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Siempre he amado los cuartos oscuros, de hecho, cuando era niña, no podía dormir si entraba el más mínimo rayo de luz por las rendijas de la ventana, así que buscaba las maneras de que mis ventanas se hicieran más tupidas. Esto sucedía porque no podía dormir, y también tiene que ver con un tema de crianza, ese de que no me acostumbraron a dormir con la luz. Mi mamá no puede dormir con ninguna luz encendida, de hecho, la luz digital del aire acondicionado la tapaba con cinta negra para que no viera ni el más mínimo rayo.

Cuando llegué a estudiar a la universidad, no era diferente, pero ya las cosas no eran las mismas, las condiciones tampoco, y un poste de luz alumbraba directamente a la habitación, y no había nada que pudiera detener que entrara la luz. No sé la razón por la que le huía tanto. Pero me acostumbré, realmente aprendí a dormir con esas lucecitas prendidas, aunque debo apagar las del teclado y de mi mouse porque mi cuarto de noche parece una discoteca por los dispositivos gamers.

Dormir era una cosa, pero estar en el día en la casa era otra, a mí me gusta que en cuanto decida empezar el día y corra las cortinas y abra las ventanas, pueda entrar toda la luz posible, para que el sol haga acto de presencia. Me encanta que pueda hacer que las habitaciones de la casa puedan estar a oscuras cuando pueda y muy iluminada si así lo quiero.

Luego de muchos años de hacer esta práctica, y de conocer mis procesos mentales, me enteré de cuánto ayuda la luz del sol en nuestro crecimiento y en nuestra sanación mental, sin olvidar que cumple una función importante en la producción de vitamina D. El sol es una de las razones por las que amo ir al mar y sentarme en las arenas de la playa. No entendía que el sol es parte importante en nuestra salud mental y que necesitamos nuestra dosis de sol al día, así como necesitamos la noche para poder dormir, es nuestra innata manera de regularnos, y debemos recibir todo esto para estar sanos. Desde que interioricé esto, decidí empezar mi día abriendo las cortinas al levantarme, para darme una buena dosis de iluminación a mi vida y despertarme bien. Así empiezo mi día con buen pie.

El sol sana, los rayos del astro rey nos mantiene cuerdos, provoca que generemos la serotonina, la hormona de la felicidad, esa que nos mantiene en buen estado. También sabemos que no podemos abusar de la exposición, causa daño mortal. Así como el astro hay personas solares, lo digo de manera comparativa, más allá de lo esotérico. Así las llamo, un sol en tu vida, que te alumbra, da vida, que hace que la serotonina inunde tu cuerpo y que puedas amanecer de buen ánimo. Y del mismo modo, no exponernos tanto tiempo a estos soles, sino tener las dosis necesarias de un rato o unas horas de buena compañía y buenas conversaciones.

Últimamente, he tenido la maravillosa fortuna de conseguir a alguien así, que me ayuda a regularme, a estar en buen estado, a estar feliz y en sintonía conmigo misma y con las emociones correctas. Es mi feliz dosis de serotonina. Creo que tenía mucho tiempo en el que no me sentía tan bien conmigo, y no es necesariamente porque estén allí conmigo o que se la causa de todo lo bueno que me pase. Es que muchas veces solo necesitamos ese soporte emocional, que tan solo por el hecho estar cerca, haga que que salgamos adelante.

Nuestros soles pueden ser cualquiera que nos haga bien: un amigo, una madre, un padre, un familiar, alguien que esté allí, que te dé luz solo con su presencia. Soy afortunada, y lo digo con todas las cortinas de mi casa abierta para que nos entre luz al hogar, para que nos ilumine el alma, para que sea nuestra medicina y para no permitir entrar en depresión.

Y a mí sol le digo: Gracias por salir cada día para mí. ☀️

English

I have always loved dark rooms, in fact, when I was a child, I couldn't sleep if even the slightest ray of light came through the cracks in the window, so I looked for ways to make my windows thicker. This happened because I couldn't sleep, and it also has to do with a parenting issue, that I wasn't used to sleeping with light. My mom can't sleep with any light on, in fact, the digital light from the air conditioner was covered with black tape so she couldn't see even the slightest ray.

When I went to college, it was no different, but things were no longer the same, neither were the conditions, and a lamp post shone directly into the room, and there was nothing to stop the light from coming in. I don't know why I was running away from it so much. But I got used to it, I really learned to sleep with those little lights on, although I have to turn off the ones on my keyboard and mouse because my room at night looks like a disco because of the gaming devices.

Sleeping was one thing, but being in the house during the day was another, I like that as soon as I decide to start the day and draw the curtains and open the windows, as much light as possible can come in, so the sun can make its presence known. I love that I can make the rooms in the house dark when I can and brightly lit if I want them to be.

After many years of doing this practice, and knowing my mental processes, I learned how much sunlight helps in our growth and mental healing, not to mention that it plays an important role in vitamin D production. The sun is one of the reasons I love going to the ocean and sitting on the sands of the beach. I didn't understand that the sun is an important part of our mental health and that we need our daily dose of sun, just as we need the night to sleep, it is our innate way of regulating ourselves, and we must receive all of this to be healthy. Since I internalized this, I decided to start my day by opening the curtains when I wake up, to give me a good dose of illumination to my life and wake up well. This is how I start my day on the right foot.

The sun heals, the sun's rays keep us sane, causes us to generate serotonin, the hormone of happiness, the one that keeps us in good shape. We also know that we can not abuse the exposure, it causes mortal damage. As well as the star there are solar people, I say this in a comparative way, beyond the esoteric. So I call them, a sun in your life, that lights you up, gives life, that makes serotonin flood your body and you can wake up in good spirits. And in the same way, not to expose ourselves so much time to these suns, but to have the necessary doses of a while or a few hours of good company and good conversations.

Lately, I've had the wonderful fortune to get someone like that, who helps me to regulate myself, to be in a good state, to be happy and in tune with myself and the right emotions. He is my happy dose of serotonin. I think I had a long time where I didn't feel so good about myself, and it's not necessarily because they're there with me or that they're the cause of everything good that happens to me. It's that many times we just need that emotional support, that just by being close, makes us move forward.

Our suns can be anyone who does us good: a friend, a mother, a father, a relative, someone who is there, who gives you light just by their presence. I am fortunate, and I say it with all the curtains of my house open to let light into our home, to illuminate our soul, to be our medicine and not to allow us to go into depression.

And to my sun I say: Thank you for coming out each day for me. ☀️

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